Un retrato íntimo y luminoso de la adolescencia en la costa.
El corto explora lo que significa ser costero: crecer entre el mar y la arena, compartir con amigos la inmensidad del paisaje, descubrirse en las pequeñas aventuras cotidianas y en las actividades que solo ese territorio ofrece. Más que un relato, es una celebración de la identidad de lugar, donde la juventud se entrelaza con la fuerza del mar y la libertad del horizonte.