Este corto cuenta la historia de Amalia, una chica que lucha en silencio contra la anorexia. A través de escenas íntimas, se muestra cómo la presión de compararse, el rechazo hacia su propio cuerpo y la sensación de no ser escuchada la van apagando poco a poco. Vemos sus noches solitarias, sus pensamientos más duros y ese deseo de desaparecer.
Pero también aparece el quiebre: el momento en que reconoce que no puede seguir así. Amalia encuentra un respiro al animarse a pedir ayuda y, aunque el camino no es fácil, empieza a recuperar la esperanza. El corto no romantiza el dolor, sino que lo visibiliza, y deja un mensaje claro: la anorexia no es una dieta ni una elección, es un grito de auxilio que merece ser escuchado.